Acedo

Carlos Javier, Manolo Acedo, 2011

Sinceramente, desconozco si hay muchos o pocos artistas en nuestro país trabajando dentro de lo que se ha venido a llamar art brut, pero creo que la obra de Manolo Acedo (Don Benito, Badajoz, 1974) responde con creces –pero sobre todo con meollo- a la etiqueta. Los dibujos, acuarelas, lienzos e ilustraciones de Manolo están poblados de figuras contrahechas, convulsas, desgarradas, realizadas con trazos rápidos, con tripas secas de animal, y alguna vez incluso sobre soportes reciclados como carteles arrancados de la pared. Ha ilustrado La Celestina de Fernando de Rojas, traduciendo de un modo fascinante toda la riqueza y la violencia del texto. Puedo decir que en su obra hay ecos de Dubuffet, y si me apuran hasta de Barceló, aunque eso sí, con menos caché, porque Acedo no creció entre comunas de hippies en los setenta, sino “leyendo autores como Vuillemin, Lauzier y Nazario entre otros bestias” en el corazón de Extremadura en los años ochenta. Ha inventado un género de obras llamadas Partos Lunares que mejor investigan ustedes mismos de qué se trata, tuvo un perro al que llamó Klee, y entre sus fuentes de inspiración más importantes está su abuelo paterno, una persona que según dice era “repugnante, depresiva y violenta”. Yo, por lo demás, tengo el pálpito de que Manolo es un tío la mar de majo, y con mucho gusto cito aquí uno de los breves textos de su blog para que terminen de hacerse una idea de la intensidad plástica y satírica que les espera en sus imágenes:

!Como me gustan los despojos¡ tiene que ser porque de chiquilín me gustaba ir a visitar a mi abuela al mercado, ella tenía una pollería y para llegar a su puesto, tenía que pasar por varias carnicerias, me quedaba embobado mirando las cabezas despellejadas de vacas y carneros, te miraban con la misma ternura que me miraba «mortadelo» el perro de mi calle, esos ojitos estaban todavía vivos dentro de esa cabeza muerta.